En este espacio se intentará un abordaje a preguntas que sucintan prejuicios, que nos hacen enmudecer, y para las cuales dios no tiene la más mínima idea y por lo mismo, no es bien recibido al convite.
La idea
motora es incluir aquellos discursos que, sin reparos ni análisis de orden moral, nos brindan como legado su lucidez por descifrar los sentidos profundos a la existencia humana.
Creo que "triple equis" es un nombre lo suficientemente sugerente como para alertar
sobre un contenido no aliado con la vulgaridad.
Algunas inquietudes
¿Quién-nes somos?.
Estamos desamparados. Vivimos eyectados hacia nuestras posibilidades. No somos - los hombres - una realidad, somos una posibilidad. Y la posibilidad que subyace a todas, la que imposibilita a todas, la más cierta, es nuestra propia muerte.
¿Quién-nes somos?.
Estamos desamparados. Vivimos eyectados hacia nuestras posibilidades. No somos - los hombres - una realidad, somos una posibilidad. Y la posibilidad que subyace a todas, la que imposibilita a todas, la más cierta, es nuestra propia muerte.
La angustia
ante la muerte nos abre a la posibilidad de todas las posibilidades. La posibilidad más auténtica. La que invalida todas las otras posibilidades y proyectos.
Esa angustia, ese enfrentarnos a la posibilidad más propia nos entrega libertad. Nos exhibe su camino desligado de ilusiones y temores.
Erramos extraviados entre una posibilidad y otra, pero no podemos reposar ni detenernos ni cosificarnos en ninguna porque ninguna de ellas es definitiva. Buscamos reposar en la solidez de cosa del ser algo, pero somos nada, somos proyecto.
Pero si suspendemos esa errancia, si nos remitimos a nuestra posibilidad más propia asumiendo nuestra finitud, y escuchamos a la voz interna que nos habla en silencio nos hacemos auténticos.
Aquellos que nos privan, esquivan, encubren, impiden y sofocan con temores esa angustia, los que transforman a la muerte en miedo o indiferencia mundana nos enajenan de la vida misma.
Para decirlo más claramente, nos apartan de la fuente fundamental de libertad. Nos apartan de la angustia que nos posibilita conquistar el Ser de uno mismo. De la angustia que me lleva al enfrentamiento propio y auténtico con mi fin, y que le da espesor a la vida porque morir forma parte del ser. No es lo que aún no es, no es lo que falta, sino que es una inminencia que debemos asumir.
El momento más pleno de esta existencia es el que incorpora a la muerte como mi posibilidad más propia. La propiedad existencial ante la muerte - unívocamente nuestra - es liberadora.
La muerte no mata al hombre. La muerte no lo tiene al hombre ni es la muerte un modo de ser del hombre. El hombre es posibilidad y entonces para el hombre morir no es morir, sino que es dejar de ser.
Es a través del cumplimiento de esa posibilidad, asumiendo el morir como elemento constitutivo fundante del ser en el mundo puede el hombre tener acceso a su dimensión más auténtica y comprenderse como un todo.
(texto fundamentado en Ser y Tiempo - Heidegger).
Esa angustia, ese enfrentarnos a la posibilidad más propia nos entrega libertad. Nos exhibe su camino desligado de ilusiones y temores.
Erramos extraviados entre una posibilidad y otra, pero no podemos reposar ni detenernos ni cosificarnos en ninguna porque ninguna de ellas es definitiva. Buscamos reposar en la solidez de cosa del ser algo, pero somos nada, somos proyecto.
Pero si suspendemos esa errancia, si nos remitimos a nuestra posibilidad más propia asumiendo nuestra finitud, y escuchamos a la voz interna que nos habla en silencio nos hacemos auténticos.
Aquellos que nos privan, esquivan, encubren, impiden y sofocan con temores esa angustia, los que transforman a la muerte en miedo o indiferencia mundana nos enajenan de la vida misma.
Para decirlo más claramente, nos apartan de la fuente fundamental de libertad. Nos apartan de la angustia que nos posibilita conquistar el Ser de uno mismo. De la angustia que me lleva al enfrentamiento propio y auténtico con mi fin, y que le da espesor a la vida porque morir forma parte del ser. No es lo que aún no es, no es lo que falta, sino que es una inminencia que debemos asumir.
El momento más pleno de esta existencia es el que incorpora a la muerte como mi posibilidad más propia. La propiedad existencial ante la muerte - unívocamente nuestra - es liberadora.
La muerte no mata al hombre. La muerte no lo tiene al hombre ni es la muerte un modo de ser del hombre. El hombre es posibilidad y entonces para el hombre morir no es morir, sino que es dejar de ser.
Es a través del cumplimiento de esa posibilidad, asumiendo el morir como elemento constitutivo fundante del ser en el mundo puede el hombre tener acceso a su dimensión más auténtica y comprenderse como un todo.
(texto fundamentado en Ser y Tiempo - Heidegger).
No hay comentarios:
Publicar un comentario